Buscador de Corriente Libertadora del Norte

30 jul 2008

IMAGENES DE LA BATALLA DE JUNIN

El 6 de agosto de 1824 sucedió la histórica Batalla de Junín, muy cerca del Lago Chinchaycocha, a 4000 metros sobre el nivel del mar. Las fuerzas del Libertador Simón Bolívar derrotaron a la caballería realista que era dirigida por José de Canterac.

Simón Bolívar en la Batalla de Junín

Foto: Aldea Educativa




Dibujo: Dionisio Torres (Perú)

20 jul 2008

LA ENTREVISTA DE GUAYAQUIL

LA ENTREVISTA ENTRE SIMÓN BOLÍVAR Y DON JOSÉ DE SAN MARTÍN
Dos personalidades opuestas se reunieron en Guayaquil el 26 de julio de 1822.

Abel Posse(*). Tomado de La República

El encuentro. Artículo de Abel Posse retrata la actualidad del pensamiento de estas dos importantes figuras de la independencia.

Cuando aquel 26 de julio de 1822 San Martín llegó al Palacio de Guayaquil para el diálogo decisivo con Bolívar, ya había perdido sus ilusiones sobre el destino de América Latina y tenía juicio formado sobre el militarismo heroico y vacuo del Libertador. En efecto, la violencia militar puede liquidar un orden establecido, pero no crearlo. Y éste es el punto crucial al que había llegado San Martín en su experiencia extrema de retorno a esa América de su primera infancia...

Gozaba del mejor concepto y del rango de coronel. ¿Qué lo había decidido a enrolarse en la aventura de la independencia y volver sus armas contra su juramento? No era hombre de evocaciones ni de nostalgias...

España moría como imperio y tal vez San Martín ya no soportaba la decadencia y la corrupción del ocaso de Fernando VII.

San Martín había llegado a Guayaquil en el bergantín Macedonia. Bolívar le mandó a sus edecanes en traje de gran parada. A caballo recibió el homenaje de coraceros; entre centenares de banderas colombianas (Bolívar se había anexado Guayaquil en forma inconsulta), alcanzó el palacio donde el libertador lo estaba esperando.

Desde allí, ambos saludaron a la multitud. Eran dos hombres muy opuestos. Bolívar se movía con gestos rápidos y nerviosos; por momentos se erguía muy estirado, como suelen hacerlo los que tienen una estatura inferior a la media. Asumía con sublimidad de senador romano su figura de dimensión histórica.

Arando en el mar

Dominaba con generosidad y soltura toda circunstancia pública. Hablaba con energía y precisión. Se había formado en la riqueza.

Conocía los clásicos y las vanguardias europeas. Se sentía ungido para una misión y estaba en el cenit de sus éxitos. Amaba los caballos, los libros, los dioses grecolatinos, la grandeza, las mujeres, las ideas liberales y republicanas de la Ilustración.

Su amante incomparable era Manuela Sanz, vestida con uniforme de húsar, chaqueta roja y doble hilera de botones dorados. Cabellera negra derramada hasta enredarse en las charreteras color oro.

San Martín era circunspecto, poco sonriente. Adusto como el mismo Escorial.

Llegaba a ese encuentro sin esperanza de cambiar su destino. Sentía seguramente que sería un milagro que Bolívar pudiese compartir un tema opuesto por completo a la visión del triunfo militar que lo exaltaba como estratego genial.

San Martín había dejado todo preparado para regresar inmediatamente a Perú y reembarcarse hacia Chile...

Apenas un desierto

Los historiadores no se detuvieron en el tema menor del comando para las batallas finales y del consiguiente renunciamiento.

No fue el tema: Bolívar estaba ya claramente establecido en la primacía del poder continental y San Martín se había desprestigiado ante sus oficiales al no ordenar a Arenales la destrucción del ejército español cuando abandonaba Lima rumbo a las sierras.

Esa extraña orden, nacida del espíritu e ideología de Punchauca, prolongaría la guerra tres años, hasta la batalla final de Junín y Ayacucho, ya retirado el libertador argentino...

Reunión en Punchauca

Esta convicción nacida de sus cabalgatas americanas se transformó en obsesión y fue el tema de la reunión de Punchauca, un año antes de ese encuentro en Guayaquil, cuando el 2 de junio de 1821 se reunió con el virrey de Perú, en plena guerra y antes de la caída de Lima. El general Mitre, que consideró una entelequia el plan de San Martín, destacó la reunión de Punchauca como el paso político más trascendental en la vida del Libertador.

San Martín puso como base el reconocimiento de la independencia de Perú por parte de España. Se entronizaría a un príncipe español como monarca constitucional. Se nombraría un consejo de regencia hasta la llegada de aquel príncipe.

El virrey y San Martín podrían viajar para presentar el tema ante la Corte de España. Cesaría el sistema colonial y entrarían en el siglo de los ideales liberales afirmando la realidad cultural occidental. El virrey y sus generales liberales exultaron con el plan...

Lo que aceptaron el virrey y sus generales fracasó en los pasillos de Madrid, donde los burócratas pensaban que podían todavía reconstruir el imperio de Felipe II.

"Monocracia vitalicia"

El Libertador jugó su última carta ante Bolívar en Guayaquil. Pero para entonces el venezolano ya pensaba en la monocracia vitalicia. Expresó que no admitiría que vinieran Borbones, Austrias ni ninguna otra dinastía europea diferente de nuestra masa.

Afirmaba que no bastaba romper con España, sino que "era indispensable también romper con todas sus tradiciones de gobierno y administración, y entre ellas con la tradición monárquica".

Todo estaba dicho, y brutalmente dicho. El general San Martín le diría a su yerno Balcarce: "Bolívar me trató con grosería".

Terminada la reunión, hubo una espléndida cena con baile. El hombre de perfil de senador romano del acto de la mañana se movía feliz bailando incansablemente entre mujeres bellas y oficiales con sus entorchados.

San Martín se apartó sigilosamente y dijo a Guido: "No puedo soportar este bullicio, nos vamos".

Y se embarcó en el Macedonia, hacia Perú, para renunciar a todos sus cargos y emprender después el largo exilio, mientras la anarquía dominaba el continente.

Nadie había comprendido lo que culturalmente se consolidaría como realidad un siglo más tarde.

En la nada y la anarquía

–¿Qué visión trastornaba a San Martín?...

La violencia de caudillos, señores de la guerra y explotadores era más grave que la placidez de la colonia española en ese siglo de decadencia final... América era un desierto apenas poblado por entes vaciados que miraban pasar las tropas de sus libertadores con total indiferencia, esperando que se asentase de una buena vez el polvo alimentado por los cascos.

¿Para qué querían la independencia si no podían reencontrar los dioses que les habían matado? El teocidio fue la clave del genocidio de la conquista.

Para San Martín todo era una desilusión. Esos pueblos vivirían muchas décadas de desastres. Quedaban enfrentados a la nada y a la anarquía.

Como la Argentina, todos nuestros pueblos serían envilecidos en guerras civiles y en el triunfo de caudillos efímeros. Quedarían cortados del mundo de los países centrales sin alternativas culturales eficientes...

Había que conseguir la independencia, pero organizando monarquías constitucionales con príncipes españoles y europeos para quedar vinculados vitalmente con la cultura y con el progreso del siglo.

(*) Tomado de La Nación digital.

LA FEDERACION DE LOS ANDES

Jasmín León Ponce

Con el Congreso de Panamá Bolivar había intentado sentar las bases para la futura unificación de las repúblicas independizadas de España. Al fracasar, el Libertador pensó en impulsar la federación de los países que él ya tenía bajo su mando.

Este intento consistía en unir Perú, Bolivia y la Gran Colombia (Ecuador, Venezuela, Panamá y la actual Colombia). Esta unión se llamaría “Federación de los Andes”, y cada uno de estos estados estarían regidos bajo la Constitución Vitalicia, que fue redactada por el mismo venezolano.

El objetivo de esta federación era contrarrestar las influencias tanto de Norte América, como de Brasil y las potencias europeas. El jefe supremo del proyecto sería Simón Bolivar con el título de Presidente Vitalicio.

Para poner en funcionamiento la “Confederación de los Andes”, era requisito indispensable que Perú, Bolivia y la Gran Colombia, aprobaran y aplicaran la Constitución. Pero esto fue nuevamente un fracaso para Bolivar, ya que los sectores dominantes de cada república, antepusieron sus intereses particulares, y echaron por tierra los planes integracionistas del Libertador.

SIMON BOLIVAR EN EL PERU

Fernando Silva Santisteban *


LLEGADA DE BOLÍVAR A PERÚ


Bolívar sabía que la independencia de la Gran Colombia nunca estaría segura si no se lograba definitivamente la independencia del Perú; tampoco aquí se veía otra alternativa que no fuera la intervención del Libertador. Por su parte, Sucre, el hábil adelantado de Bolívar, había preparado eficazmente el terreno para la realización de sus planes. El Congreso solicitó con urgencia la presencia de Bolívar y tan pronto como éste hubo llegado le concedió la suprema autoridad con poderes militares y políticos, hasta la terminación de la guerra.

LA CAMPAÑA FINAL
Con las tropas traídas por él, Bolívar preparó la ofensiva buscando recursos en el norte y centro del país. Acantonó sus tropas en Huaylas y pasó después a Cerro de Pasco, el 6 de agosto de 1824, la victoria de Junín le abrió el acceso a la sierra y señaló el principio del fin para los ejércitos del Rey. Bolívar regresó a Lima mientras Sucre al frente de un ejército de colombianos, argentinos, chilenos y peruanos prepara la campaña final. El choque de se produjo el 9 de diciembre de ese mismo año en los campos de Ayacucho, con el triunfo total de los patriotas. El Virrey La Serna fue tomado prisionero y firmó la Capitulación de Ayacucho que puso fin a la resistencia de los españoles en le Perú.

* Fuente:
- SILVA SANTISTEBAN, Fernando, Historia del Perú, tomo III, Ediciones Buho, Lima, 1982.

18 jul 2008

LA JUNTA GUBERNATIVA DE 1822 - 1823

Cuando Don José de San Martín renunció y se retiró del Perú (setiembre de 1822), el Congreso peruano designó una Junta Gubernativa integrada por tres diputados; su jefatura fue encargada José de La Mar y su misión era terminar la Guerra de Independencia derrotando a las fuerzas del virrey La Serna.
A continuación el historiador Fernando Silva Santisteban nos explica la labor y la caída de esta efímera Junta de Gobierno patriota:

No obstante, el ejército Realista no había sido derrotado y a la primera "Expedición a Intermedios" que costó grandes esfuerzos terminó en un completo fracaso con la derrota de Moquegua. Esta derrota fue el comienzo de una serie de cambios en la estructura política del país: en efecto, en tanto se redactaba la Constitución, el Congreso había designado una Junta Gubernativa integrada por José de la Mar, Manuel Salazar y Baquíjano y Felipe Antonio Alvarado; la cual resultó muy débil y nada pudo hacer para organizar un gobierno eficaz, ya que se carecía del respaldo del Ejército. El fracaso de la campaña del sur hizo temer que las tropas españolas que estaban acantonadas en Jauja pudieran apoderarse de Lima, y fue esta la ocasión propicia para que los jefes militares movilizaran las tropas desde sus acantonamientos hasta la hacienda Balconcillo desde donde presionaron al Congreso para la designación de José de la Riva Agüero como jefe supremo.
La presión de los militares estuvo también apoyada por un memorial con muchas firmas de vecinos civiles encabezados por Mariano Tramarría, quien azuzaba a una bulliciosa turba que clamaba por tan designación. Pese a la oposición de algunos diputados, entre ellos de Luna Pizarro y Mariátegui, el Congreso designó a José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete para administrar el Poder Ejecutivo con el título de Presidente de la República y el tratamiento de "Excelencia". Como dice Basadre, "el Congreso premió no sólo con el poder político sino con el más alto grado militar –ya que le confirió también el grado de Gran Mariscal de los ejércitos de la República- al caudillo que había provocado la rebelión de la fuerza armada contra él y que no había actuado en una sola campaña o en una sola batalla". El motín de Balconcillo significa el primer golpe militar con el que se inaugura la nefasta sucesión de gobiernos de facto que jalonan el transcurso de nuestra vida republicana.

* Fuente:
- SILVA SANTISTEBAN, Fernando, Historia del Perú, tomo III, Ediciones Buho, Lima, 1982.